lunes, 18 de abril de 2011

AMANECE EN LAS TINIEBLAS

AMANECE ENTRE LAS NIEBLAS




Y allí en las distancias estás tú, reina y señora;

Dueña de mí, dueña del cielo,

Sirena en los mares, luz de mis auroras,

Libélula en el jardín de mis sueños,

Portadora de mis besos…

Misteriosa encantadora de los peces, las aves y las flores,

Dueña de mis ilusiones

de mis noches, de mis versos...



Allí estás tú

junto a mi pecho,

deshojando una florecita que te traje del camino

y pidiendo a cada hojita uno, dos, tres mil besos;

adivinando este destino

que nos llega por derecho...



Hemos pagado las cuentas del reino de las tinieblas

para llegar a las olas cargados de aguas nuevas

y dejar sobre las rocas el beso de tus sonrisas...



Somos el dolor y la risa,

las montañas y las cuevas;

somos vida, sueño, dolor, placer y ternura:

somos la pareja pura

que el cielo puso en la brisa

cuando creó las caricias,

los besos, las cosas lindas

y las colgó como guindas

para que tus labios besen.



Tus ojos merecen

los más sutiles de mis besos;

sabes que muero por eso,

Reina y señora del alma.

Sin ti no encuentro la calma,

mi vida nada en tormenta

y ya he perdido la cuenta

de las caricias que llevas

en tu corazón y nuevas

que ahora mismo te daré,

para que cuando vuelvas,

Reina de mi cielo, sepas

que te quiero con el alma.

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