AMANECE ENTRE LAS NIEBLAS
Y allí en las distancias estás tú, reina y señora;
Dueña de mí, dueña del cielo,
Sirena en los mares, luz de mis auroras,
Libélula en el jardín de mis sueños,
Portadora de mis besos…
Misteriosa encantadora de los peces, las aves y las flores,
Dueña de mis ilusiones
de mis noches, de mis versos...
Allí estás tú
junto a mi pecho,
deshojando una florecita que te traje del camino
y pidiendo a cada hojita uno, dos, tres mil besos;
adivinando este destino
que nos llega por derecho...
Hemos pagado las cuentas del reino de las tinieblas
para llegar a las olas cargados de aguas nuevas
y dejar sobre las rocas el beso de tus sonrisas...
Somos el dolor y la risa,
las montañas y las cuevas;
somos vida, sueño, dolor, placer y ternura:
somos la pareja pura
que el cielo puso en la brisa
cuando creó las caricias,
los besos, las cosas lindas
y las colgó como guindas
para que tus labios besen.
Tus ojos merecen
los más sutiles de mis besos;
sabes que muero por eso,
Reina y señora del alma.
Sin ti no encuentro la calma,
mi vida nada en tormenta
y ya he perdido la cuenta
de las caricias que llevas
en tu corazón y nuevas
que ahora mismo te daré,
para que cuando vuelvas,
Reina de mi cielo, sepas
que te quiero con el alma.
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