EL CONCIERTO DE LOS IDEALES.
(o Nuestros Caminos y El Sol)
Por: Gilberto Rodriguez
Caminan hoy por los mundos muchos chillones cansados, alabarderos de turno tambien pululan sin par, y en las mazmorras se pudren quienes aman la Paz y la Libertad.
Por allá, sobre las crestas de las olas navegan las almas de los caidos y la luz de las auroras se oculta al ver su nave pasar.
El reloj de la vieja catedral da sus doce campanadas cadentes, la brisa sacude la pelambre del enrarecido ambiente de los que odian y la esperanza que traen las notas distantes de una melodia aparentemente noble cantada por unos labios mendaces que hace mella en las sienes del bien.
Mis relojes de arena son mil. Los he visto silentes con un granulado fino y parejo resbalar en su caida hasta llenar su piramidal una hora. Ya quisiera yo poder pasar por el diminuto huequecillo de los tiempos con esa gratitud de contenido. Pero las arenas de mi reloj primitivo, de las que recogi en las faldas de la virgen, santificada de historia no resbalan muy bien.
Mojadas están por el llanto de una madre, a quien le arrebataron sus hijos, sucias están por el babear de las hienas humanas, a quienes la podredumbre les llega hasta los talones para no recordar. Porque en los confines lejanos de algunos cerebros rigen la maldad santificada, la mentira elevada al cubo y el abuso establecido como norma de vida.
Y mientras tanto nuestro pueblo camina, busca, huye, y hasta, -¿Por qué no decirlo de una santa vez?- a veces se regocija en el minuto que le conceden.
Para mi hay mucho mas que un simple concierto. Las escaramuzas del momento tienen solo la importancia que cada quien pueda desear imponerse o gritar. Nada mas. Porque, me atrevo a decir, en cada opinión, como en las recetas de cocina, hay un gramo de placer y una cucharada de vinagre. Y conste que me separo de mis sentimientos personales respecto del hecho mismo, para poder mirar a la imágen ancha de nuestra lucha en su totalidad y no ya en la escena minima de la obra, si no, en el cuadro mismo de la novela entera.
El baile, el trago, el aplauso y la destrucción de discos tienen sus propios mensajeros y escritores.
Cada uno de nosotros tiene su papel en este drama. Y a pesar del mucho tiempo que hemos estado en escena, todavia hoy muchos actores no se han aprendido sus papeles.
Lo importante, creo yo, es que saquemos algo de provecho, por lo menos filosóficamente, si se puede y quiere, de lo que ha pasado.
Y quiero y debo expresar aqui con franqueza absoluta el por qué de mis razonamientos, para que nos entendamos.
En toda lucha de pueblo donde los que usan el poder lo abusan, súrgen, por necesidad inescapable, dos tipos de hombres -y, ¡claro, mujeres!- que son, a saber, los "hombres de acción" y los "civilistas, entre los que se cuentan pensadores, poetas, politicos y concineros. Son estos últimos, generalmente, si sobreviven a la contienda, y le llegan sus momentos, acaban liderando en las ideas y gobernando a los paises.
Pero los "hombres de acción", los que hacen el "trabajo sucio" se ven en la situación en que vemos a Luis Pozada Carriles y muchos mas, yo incluido...
SOLOS.
La mayor parte de las gentes no concibe a un soldado poeta, ni a un literato usando un fusil. Pero siempre hay excepciones a toda regla. La pluma y la espada son el mas genuino de todos los escudos de la Patria, la Justicia y la Libertad.
Uno no malgasta su armamento en las yagüasas a menos que los mambises tengan hambre.
Sobre la torre reina la maldad. Alli van mis intenciones. Sin derribar la torre no se puede elevar un nuevo templo en el mismo espacio. Pero tenemos que pensar. Tenemos que estudiar, analizar, discutir, planear. Necesidades todas plagadas de malditos insectos que destruyen las plantas antes de que nazcan las flores arguyendo pecados mil siempre del hermano. Y nunca mirando al espejo de su propia casa.
Para mi no cesa la lucha. Para mi no se ha dicho nada a pesar de lo mucho que se habla. Y a aquel, quien necesite evidencia alguna, solo ddebe bastarle, y al fin le basta escuchar los medios de comunicación y acercarse a otro cubano, familiar o ajeno. Fidel Castro es el tema.
No existe nadie ni nada mas para el diario decir del cubano. Y la prensa explota esto a mil maravillas, sobre todo, porque atrae audiencias y vende subscripciones.
Yo miro al presente, estudio el pasado, y elevo tanto mi copa como mis plegarias al futuro. Yo no acepto el simplista dichito de criollo de: "Vamos a ver que pasa."
No, y mil veces, no; hagamos que pase.
No; yo solo acepto este otro: Pensemos y actuemos por nuestros propios esfuerzos e ideales.
Asi tal vez nuestro pueblo un dia se pueda llamar a si mismo:
Un Pueblo Libre.
Y por esa causa, nuestro concierto es, al menos para mi,
una "Sinfonia Inconclusa."
Revisemos nuestras notas, analicemos la partitura y mantengamos nuestras gargantas y violines afinados junto al piano, que el maestro está entre bastidores ya.
Y el brutal reloj de arena primitivo que me juzga deambula solitario a tropezones de potro escapado, por los "testeros" del suelo nuestro.
Granos de arena suelta entre las malezas, no cementadas en catedral que se eleve a La Libertad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario