LA ULTIMA CARCAJADA.
Por Gilberto Rodriguez
La última carcajada nunca ha sido oida, ni nadie la ha de oir jamás
porque esa yace en un rinconcito del eterno aguardando el final...
y el final es de nunca.
"Oiga usted, la última carcajada de la cumbancha..."
Tal vez por ahi quede algun ser divertido que en sus buenos tiempos
bailaba al compás de esa linda guaracha carnavalezca.
Y como carnavalezco es nuestro espirirtu de pueblo a veces,
todos y en cada esquina, a veces, bailamos el son de la cumbancha;
carcajada del destino, desierto a veces de pensamientos útiles, pero nunca desposeido
de esa alegre melancolia que es nuestro sello de población.
La penúltima carcajada, si; esa carcajada, aunque un tanto sardónica, se pasea por las calles
en una carreta cargada de esperanzas ocultas y decorada con silencios de hipócrita superficie impuesta,
algo asi como el payaso del Gran Guignol, retronando en el cerebro, vibrando en los corazones
y hasta con un poco de pensamiento de buitres y cóndores casi volando sobre el futuro que se acerca.
Para muchos la apariencia insensible de esa juventud que, piense lo que quieran que piense, solo aparenta saber ajustarse los audifonos del Ipod a las orejas, lleva en el seno de sus memorias un miedo que es signo de absoluto sometimiento.
Para mi, no. Y mil veces NO.
Esa juventud ha nacido de si ya saturada de slogans, de dicharachos, de falsedades y de subterfugios.
Si signo de subsistencia no ha sido muy diferente al del polluelo que ampolla el huevo y saca su piquito en un nido de hojarascas construido allá arriba, no ya en lo alto de la gloria sino que en el precipicio las ramas; en lo alto de una rama. Cuelga, en apariencia protegido de los otros, sobre una base que danza al menor soplo de la ventizca, y come, si acaso la madre logra escapar a gatos, hombres y gavilanes. Por eso solo pia...
Pia, pidiendo un granito para su sustento. luchando por mantenerse vivo y alerta antes de que su propio hermano lo traicione y se coma todo, lo poco que los padres logran traer.
Nada es diferente.
La risa es fingida, la verdad se ha marchado en una balsa que se hundiera en el odio y las riberas del rencór, la desidia y la ignorancia hace tiempos ya, mucho antes de nacer. Y ni siquiera pudo aun aprender a reir...mucho menos a reir a carcajadas.
Y si no ha sabido reir, o no ha podido hacerlo, en su virginal capacidad intelectual, no es posible esperar que ria por la hora final. Ademas, todo final en la vida es principio, retoño nuevo de la vieja planta.
La última carcajada anda pendiente de los labios de nuestros nietos, para reirla en la cumbancha final, durante la marcha funeral de los que teniendo las llaves de la brisa, no han permitido al aire soplar las notas de la cumbancha para que alegren a los valles... y ni ellos mismos lo saben.
Cuando rian los montes, nuestro pueblo volverá
a reir.
Una nueva ola de esperanzas enjuagará a su paso las arenas de nuestras playas y al ver las ostras juguetonas blanquear, una nube de esperanza traera la nueva canción de amor a nuestras cunas, alli, bajo la luz de un nuevo amanecer reiran nuestros descendientes futuros, una estruendosa, pero nunca última carcajada...
esa les está reservada por el cielo, a todos aquellos que dieron sus vidas por la libertad de reir.
Por el derecho a reir sus últimas carcajadas.
DonGilberto
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